Estamos profundamente preocupados y condenamos enérgicamente la apertura de la Embajada de Kosovo en Jerusalén.

Esta decisión tomada por los líderes de una nación que ha soportado grandes sufrimientos para conseguir su independencia es extremadamente desafortunada, ya que ignora la difícil situación del pueblo palestino, quien lleva décadas bajo ocupación y sometido a graves violaciones de los derechos humanos.

Al actuar así, los dirigentes kosovares han violado los parámetros establecidos del proceso de paz, incluidas las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas sobre el estatuto de Jerusalén, y han dañado la visión de una solución de dos Estados, así como las perspectivas de paz en la región.

Hacemos un llamado a los dirigentes de Kosovo para que hagan uso del sentido común y anulen esta medida irresponsable e ilegal.