Maldecimos la irrespetuosa quema de nuestro Libro Sagrado, el Corán, por un grupo de bárbaros racistas en Estocolmo, capital de Suecia.

Consideramos como un paso positivo que Suecia no permitiera las manifestaciones de las personas quienes presentaron una solicitud para ello. Sin embargo, aunque los miembros del partido racista danés y sus propósitos sean bien conocidos, vemos con preocupación que sus acciones provocadoras no pudieron ser impedidas y estas personas de mente repugnante continúan beneficiándose de esto.

Desafortunadamente, vemos que la falta de respeto al Islam bajo el pretexto de la libertad de prensa, de arte y de expresión se ha generalizado y no puede impedirse en los países escandinavos en los últimos años.

A menos que racistas tales como Breivik y Tarrant sean detectados e impedidos de cometer actos atroces en una etapa temprana, la repetición de tales acciones será inevitable.

Esperamos que Suecia y todos los demás países que hacen frente a casos de racismo e islamofobia adopten todas las medidas necesarias para combatir este flagelo, tanto en el marco de las instituciones europeas como a nivel nacional.